La sirena divisó su playa a lo lejos. Seductora, rozaba el cuerpo entre las olas, posándose en la misma roca. Una vez más, cantaba enamorada. Entonaba notas mágicas que poco a poco se colaban entre mangles y palmeras, entre almendros y uveros, pasando traviesas por veredas y senderos, hasta la aldea de pescadores. En la oscuridad, la luna aún dormía como la gente del pueblo. La sirena cantaba y cantaba, segura de que pronto vendría a hacerle compañía. Su melodía dulce al fin tocó los oídos justos, que la esperaban cada mes con ansias y al mismo tiempo con tanta serenidad. Musitaba mirando la orilla, anhelando que apareciera. Entonces sucedió. Con la salida de la luna, una figura caminaba por la playa, comenzando a arrojar una leve sombra sobre la arena, mientras se acercaba al borde del mar. La sirena sintió el corazón latir más fuerte y en medio de su canto, la sonrisa se volvió más amplia. Había venido. Finalmente, la figura entró en las aguas, dirigiéndose hacia ella con la placidez de quien se reconoce en un espejo. La sirena se deslizó por la espuma ondulante, nadando hacia el divino encuentro. Llegó, e inmersa en el abrazo tan deseado, acarició su cabellera larga y plomiza, y la besó con infinita ternura en medio de la luz plateada que llenaba la bahía. De nuevo era noche de luna llena.
©2013 PSR
"La sirena" aprece en A la sombra del mango por Patricia Schaefer Röder
Ediciones Scriba NYC 2019
ISBN 9781732676756
Mención de Honor en los ILBA 2020
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